Cuando proponemos a los pacientes que padecen Roncopatía crónica, es decir pacientes roncadores, una técnica de palatoplastia: extirpación de parte del paladar blando, lo cual conlleva extirpar también su parte más móvil y laxa, es decir la úvula o campanilla como comúnmente se le denomina, con frecuencia dichos pacientes rechazan de plano la intervención en la creencia de que la úvula es un órgano que interviene en el mecanismo del habla (fonación y lenguaje) o que es imprescindible para tragar los alimentos (deglución).
La creencia es totalmente falsa. La úvula no es más que un apéndice (igual que el apéndice del colon que todos conocemos y que se opera con tanta frecuencia), que no tiene ninguna función. Al ser una estructura muy laxa, suele aumentar de volumen en relación a infecciones, alergias, vibraciones por el propio ronquido etc.
Al igual que una persona operada de apéndice hace luego su vida completamente normal, la extirpación aislada de la úvula o junto con parte del velo del paladar, no conlleva ninguna secuela. Lo que sí es cierto es que el cirujano al hacer una palatoplastia debe ser muy conservador con el velo del paladar que debe ser extirpado al mínimo para que no afecte a la fonación ni a la deglución..
En resumen, la extirpación de la úvula y la extirpación parcial y conservadora del paladar para tratar el ronquido nocturno no conlleva ninguna afectación de la voz, del lenguaje ni de la fonación.